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Giroux
(1985 en González 2002, Pág. 101), plantea que ambos modelos de análisis
educacional, teoría de la reproducción y teoría de la resistencia,
comparten el error de reproducir el dualismo entre intervención humana y
estructura, y ninguna de las posiciones da las bases para una teoría de
la educación que vincule estructuras e instituciones con el factor
humano y su acción de una forma dialéctica.
Plantea que los teóricos
de la resistencia deben estructurar sus propios presupuestos y
desarrollar un modelo más dialéctico de la enseñanza y de la sociedad y
que deben reconstruir las principales teorías de la reproducción para
sacar de ellas los postulados más radicales y emancipadores para poder
superar la separación del factor de la intervención humana y sus
determinantes estructurales.
En el mismo texto Henry A. Giroux
destaca que el concepto de Reproducción, que han usado los educadores
radicales como sustento para su teoría se basa en el concepto dado por
Karl Marx, que dice que “Todo proceso social de producción es, al mismo
tiempo, un proceso de reproducción” (Citado en González, 2002, Pág. 99).
Pero no establecen la relación que plantea Marx, que el desarrollo de
la historia de la humanidad es la historia del desarrollo y sucesión de
las formaciones económico sociales, donde el desplazamiento sucesivo de
formaciones económico sociales tiene por base la sucesión de los modos
de producción. Cuando un modo de producción es sustituido por otro
nuevo, este paso va acompañado de una transformación de todo el régimen
social, por lo tanto el modo de producción determinará la estructura de
clase de la sociedad, las ideas políticas, jurídicas, morales y la
educación.
Según Marx (1965), el estudio de las leyes que rigen el
desarrollo de la producción, de las leyes del desenvolvimiento de las
fuerzas productivas y de las relaciones de producción, dan la clave para
conocer científicamente la trayectoria del desarrollo de la sociedad
humana.
¿Somos cómo nos educan?
¿Nosotros somos producto de
una educación que hemos recibido como agentes pasivos de una sociedad?
¿Nunca tomamos conciencia, ni nos cuestionamos el tipo de educación que
hemos recibo? ¿Sólo la hemos recibido, por que así el sistema
educacional lo quiso?
Jamás nos cuestionamos cuando estudiantes si el
tipo de educación que recibíamos nos clasificaba en una clase social u
otra y si este tipo de educación sólo estaba reproduciendo modelos de
personas destinadas a continuar un sistema sustentado por una clase
social dominante.
En nuestra infancia sólo éramos pobres o ricos y
era algo así como un estado natural de la materia, donde nosotros nada
podíamos hacer.
Con el correr del tiempo y la interacción con un
sistema y una sociedad que ha perpetuado la discriminación de los que
tienen menos, y el hecho de ser parte de ese “selecto” grupo de
excluidos que tiene que ganarse el sustento con el sudor de su frente,
en el cual las necesidades eran el pan de cada día, en el cual el
hambre, la frustración y el dolor lleva al cuestionamiento de ¿Por qué
las cosas tienen que ser así? El deseo de querer cambiar, las
situaciones y el ansia de revertir un sistema impuesto por aquellos que
están bien y quieren continuar así, nos lleva a buscar formas diferentes
para los aprendizajes, que no son precisamente los que el sistema
imperante usaba.
Hubo un régimen que dijo este tipo de personas
queremos y es el tipo de personas que se formó, sin embargo todo sistema
tiene sus grietas y entre esas grietas se encuentran profesores
conscientes del sistema que se vive y trata de inculcar en sus alumnos
esa pequeña semilla de inquietud, la cual se va multiplicando, ya que
los descontentos son más que los contentos.
Al visualizar esta
realidad de reproducción y resistencia desde el interior de la escuela
podemos darnos cuenta de que esta dualidad se presenta a diario. Pero, a
pesar de lo anterior es difícil distinguir claramente ¿Cuándo estamos
frente a un hecho de reproducción o de resistencia en su forma más pura?
Nos
encontramos frente a un sistema educacional que reproduce las
diferencias de las clases sociales, por mucha igualdad o equidad que el
Estado quiera promover en educación, nos encontramos con colegios:
particulares, donde solamente acceden los alumnos de un nivel social
privilegiado que tiene acceso a una cultura más rica en medios de
comunicación, literatura, información, medios audiovisuales, eventos
culturales, etc., que sólo el dinero puedo dar acceso; particulares
subvencionados donde acceden estudiantes de clase media y baja con mucho
esfuerzo, a estos el Estado les entrega aportes que también entrega a
las escuelas municipalizadas, con la diferencia que en el particular
subvencionado a los alumnos se le exige aparte de un buen promedio
dinero, por acceder a este tipo de escuelas, donde supuestamente la
educación es mucho mejor que en un colegio municipalizado; por último
nos encontramos con las escuelas municipalizadas que a su vez también
marcan diferencias según su ubicación dentro del radio urbano, ya que,
algunos se encuentran solicitando un financiamiento compartido, que
aquellos de más escasos recursos no pueden pagar, segregando aún más la
clase social más pobre. Algo similar sucede con la educación de
enseñanza media y educación superior.
Si agregamos al análisis
anterior el hecho que para muchas generaciones de individuos el haber
vivido durante muchos años bajo un régimen de gobierno militar,
autoritario y dictatorial, donde no se conocía la libertad de expresión,
donde no se permitía pensar diferente, hace que la concepción de
educación que se pudiera tener sea un tanto ingenua, sin poder
visualizar una conexión entre clases dominantes y dominadas.
Sin
lugar a dudas que al visualizar ahora el contexto político, cultural,
social, económico y educacional con una visión más amplia, gracias al
acercamiento de teorías antes desconocidas, lleva a darse cuenta de que
la realidad es diferente, empieza el cuestionamiento acerca de lo qué
estamos haciendo como docentes dentro de un sistema que se resiste al
cambio porque las clases dominantes así lo han definido desde
siempre.Dentro de la actual reforma educacional pretende cambiar el
enfoque, el paradigma con el cual se define el concepto de educación,
pero esto no es algo que se solucione cambiando una definición, si
tenemos claro que las clases dominantes seguirán perpetuando las
desigualdades que le permiten acceder al poder y manteniendo modelos
económicos que los sustenten. Lo que hay que cambiar es el fondo y no
sólo la forma.
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